La globalización puede definirse como el estado de interdependencia económica entre países debido a la apertura de mercados y las constantes transacciones de bienes y servicios a través de las fronteras. El hecho de que el mundo se encuentre globalizado a tal grado que los pequeños negocios sean cada vez menos comunes es el resultado de las transformaciones económicas sociales políticas y culturales por las que hemos atravesado durante las últimas décadas del siglo XX. Estas transformaciones han hecho posible la internacionalización del capital financiero, la dependencia económica de la exportación y la formación de nuevas relaciones políticas internacionales (TLC’s). La globalización ha traído consigo una gran difusión de información y de avances tecnológicos, los cuales se encuentran en constante evolución.
Mercados sociedades y culturas se han unificado gracias a la facilidad para comunicarse, es decir, que empiezan a existir modelos de carácter global, un claro ejemplo es el predominio de modos de producción o de productos instaurados por los países más ricos. Tomando esto en cuenta, es natural que una de las mayores preocupaciones en torno a la globalización sea no solo el monopolio que se pueda dar en la industria, sino también el hecho de que partes de la cultura de los países está siendo remplazada por lo que parece ser el estándar global. Algunas de las posibles implicaciones sociales de este proceso de homogeneización pueden ser la eliminación de diferencias étnicas, credos religiosos e ideologías políticas.
Otro gran problema es la destrucción del medio ambiente gracias a que los procesos de producción no son sustentables. Muchas organizaciones se dedican a buscar soluciones en este sentido, uno de los avances que se han hecho son los distintos acuerdos entre países para reducir los niveles de contaminación y aprovechar los recursos. Un ejemplo es el tratado de Kioto mediante el cual se busca preservar el medio ambiente.
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